El mundo cambia y las formas de comercio internacional también. Este artículo del Financial Times trata sobre el debate del tráfico internacional de información a través de internet y las implicaciones que tiene. El ejemplo que ponen es fantástico. Casi para el día de presentación en clase de la asignatura de Comercio Internacional.
Pensemos en la industria del calzado. Hasta hace poco (y en la actualidad) el diseño se hace en un país desarrollado (España, Italia, EEUU,...) y se envía por internet para que trabajadores asiáticos (chinos, vietnamitas,...) los manufacturen. Luego se meten en cajas y se envían al lugar del mundo donde se venden al consumidor final.
Lo último: Parece que antes de la siguiente Eurocopa (...) veremos que un/a diseñador/a de zapatos ubicado/a en el país desarrollado (por ejemplo, España) recibe unos pedidos desde unas zapaterías de China, Japón, Nueva York o Lima. Envía la instrucción a la impresora 3-D ubicada en cada zapatería... y ya está. Desaparece la manufactura en Asia. Desaparecen los transportistas marítimos y por carretera. Desaparecen los impuestos vinculados al comercio. ¿Sale el zapato más barato? No lo sé. Si así lo fuera, ganaría el consumidor. Pero salga al precio que salga, hay un cambio de destinatarios de rentas. No sé a quién van, pero sí a quien ya no van: trabajadores y propietarios de empresas de calzado asiáticos, trabajadores y propietarios de empresas de transporte, y las arcas públicas (aranceles e iva generado antes en las distintas fases, por ejemplo).
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