[...El] reciente anuncio de Francia de que concedería préstamos a sus fabricantes de automóviles (6.000 millones de euros), pero con la condición de que las empresas mantengan el empleo en Francia y bajo ningún pretexto lleven parte de su producción a República Checa, Eslovaquia y Rumania, países donde Peugeot-Citroën y Renault tienen plantas de ensamblaje. La medida francesa ha irritado a los Gobiernos del este, que temen que sean estas plantas subsidiarias las que se lleven la peor parte de la crisis. Aparte de Francia, Suecia también estudia medidas similares, es decir, ayudas a sus fabricantes a cambio de que esos recursos se reinviertan sólo en el país. Italia, que tiene a Fiat operando en Polonia, ha dado incentivos al sector, pero no condicionadas a la protección del empleo local, mientras que Alemania -con producción en Eslovaquia, República Checa, Hungría y Polonia- puso en marcha un plan similar al italiano, sin vincular los incentivos a la nacionalidad de la marca.
De hecho, en el caso de Alemania nos beneficiamos los pamploneses con el aumento de la producción de 24000 VW Polo más de los previstos. El profesor alemán Juergen Donges, invitado por la Institución Futuro, indicaba esto hace unos días en Pamplona:
[...] para que las economías se recuperen,
tienen que tomarse medidas y proponerse soluciones a nivel internacional, frente a
los planes estrictamente nacionales. [Un] ejemplo. Por
una parte, los incentivos económicos que ofrece el gobierno alemán a quienes
cambien sus coches de más de nueve años por vehículos nuevos, que han
beneficiado tanto a plantas automovilísticas germanas en el extranjero (véase el
aumento de producción en Landaben, planta de Volkswagen en Navarra) como a las
compañías francesas, especializadas en vehículos de bajo coste y consumo.
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