Arvind Panagariya escribe un artículo en la revista Finanzas y Desarrollo, que tiene algún punto de interés. Es un artículo en el que se defiende el crecimiento como medio para la reducción de la pobreza de los países. E intenta hacer frente a las críticas habituales. Una de las más típicas es que el crecimiento muchas veces aumenta la desigualdad, y en no pocas ocasiones eso se ve (y se vive) como algo negativo. Por tanto habría varios tipos de crecimiento, y no todos serían iguales.
Entre los tipos de crecimiento estaría el de la India, fundamentado en la industria intensiva en capital y en mano de obra cualificada. Este crecimiento no ha hecho que mejoren sustancialmente las clases sociales más desfavorecidas. Y por otro lado está el tipo de crecimiento de Taiwan y Corea en la década de los 60, o de China y Vietnam posteriormente, que se ha basado en la industria intensiva en mano de obra no cualificada. En estos países el paso de trabajadores agrícolas a la industria ha sido amplio, y ha venido acompañado de una mejora de las rentas de las familias porque la industria proporcionaba salarios más altos que los de la agricultura.
Otro punto interesante que indica es el efecto indirecto del crecimiento en la reducción de la pobreza: al crecer más, se recaudan más impuestos. Y esa mayor recaudación permite que que el sector público pueda aplicar políticas de reducción de la pobreza o de carácter redistributivo. Si no se crece, no se recauda. Y si no se recauda, es complicadísima la labor de redistribución de renta de un gobierno.
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