viernes, 16 de enero de 2009

Comercio y trabajo infantil


Vía Mankiw llega un artículo de Nicholas Kristof que publica el New York Times sobre las "sweatshops". En estas empresas, ubicadas en países en desarrollo, los trabajadores no gozan de más derechos que un paupérrimo salario. Las condiciones de trabajo, tanto físicas, como jurídicas son terribles. Pero sus productos nos resultan más baratos a los consumidores occidentales, respecto a si esos productos se elaboraran en nuestros países o en esos mismos países en desarrollo pero con unas condiciones laborales mejores.

Por ello son continuas las campañas de diversas ONGs y sindicatos occidentales para exigir una mejora en las condiciones de trabajo, especialmente vinculadas al trabajo infantil. Hasta aquí no hay mucho debate. El debate surge cuando se establecen esas mejores normas laborales. ¿Qué pasa con los trabajadores, especialmente si son niños?

El profesor de la Universidad de Columbia, Jagdish Bhagwati recoge cierta evidencia empírica en línea con el artículo que Nicholas Kristof escribe desde Camboya. Muestran que si mejoran las condiciones de trabajo, aumentan los costes. Si aumentan los costes, algunas empresas dejan de ser competitivas y tienen que cerrar. Si cierran, los trabajadores despedidos tienen que buscar un empleo alternativo. Y en ciertas ocasiones los niños y niñas encuentran ese empleo en la prostitución o en trabajos en los vertederos (la foto de abajo recoge bien la bruma por la putrefacción de los residuos). Y es que los gobiernos de estos países no tienen unos servicios o políticas sociales capaces de abordar este problema.

Todo un dilema para los que piensan en términos de escoger el "mal menor". Para otros el dilema no existe, e indican que lo malo hay que combatirlo siempre. Y otros lo emplean simplemente como argumento para proteger sus propios intereses (con un trasfondo algo así como "si cierra una empresa de la competencia, mejor para mi empresa").

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