Me gusta pensar que hacer lobby (cabildeo, que dicen en Latinoamérica) no tiene por qué ser malo. Si creo que "algo" es bueno, ¿por qué va a ser malo tratar de influir en las personas que pueden tomar las decisiones para que ese "algo" se realice?
Otra cosa es que el acto de lobby se convierta en un caso de corrupción. O que no todos los agentes puedan hacer lobby. Por ejemplo, a la Organización Mundial del Comercio se le acusa de prestar oídos sólo a los lobbies de los grupos económicos grandes, y no a la "sociedad civil". Por ello es muy importante que nuestra sociedad civil se organice y trate de influir en este tipo de instituciones.
Nauro Campos y Francesco Giovannoni han analizado empíricamente el dilema (hacer lobby o sobornar) en 6000 empresas que han actuado en 26 países. Con todas las limitaciones de verosimilitud que el tema requiere, deducen que el lobby es más efectivo como forma para conseguir influencia política, y que las acciones de lobby explican mejor el crecimiento de las empresas que las acciones de soborno (y esto incluso en los países con altos índices de corrupción). Esto son buenas noticias, porque teóricamente este resultado incentivaría a las empresas a no sobornar.
lunes, 12 de enero de 2009
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