Publica el suplemento de Negocios de El País un artículo de Andrés Braun, del que me llama la atención su último párrafo:
Japón también mantiene desde el año pasado una tasa de paro superior al 5%, la peor cifra desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Muchos señalan que los datos que publica el Gobierno son engañosos, puesto que cada vez más gente trabaja a cambio de salarios basura, lo que hace que se empiece a hablar de una brecha entre ricos y pobres en un país que siempre ha contado con una sólida clase media. Los miles de jóvenes que pernoctan en los cibercafés porque no pueden permitirse pagar un alquiler o los ancianos obligados a sobrevivir con pensiones míseras inflan cada vez más las filas de los pobres de Japón. Este año, el Gobierno hizo públicas las cifras de este colectivo por primera vez en la historia del país. Hablan de 19 millones de pobres, uno de cada seis japoneses. Lo peor es que esos datos son de 2007, antes de la crisis. "Está claro que si esta situación deflacionista persiste, subirá aún más el paro. Y entonces esa distancia entre ricos y pobres aumentará aún más", dice Naoyuki Haraoka, director ejecutivo de la Japan Economic Foundation.
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