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El problema estaba en demostrar que esta hipótesis era cierta. La falta de datos sobre cómo financian las empresas sus intercambios, y sobre los créditos a la exportación concedidos hacían este tema complejo de verificar. Ahora Mary Amiti y David Weinstein acaban de abordar este tema con datos para Japón. Japón les parece un buen referente porque durante más o menos una década ha sufrido una crisis similar a la actual en cuanto a su motivación, y porque tienen datos que enlazan a los exportadores japoneses con los bancos con los que negociacian la financiación de su comercio.
Sus resultados indican que las exportaciones son mucho más sensibles que las ventas nacionales a la salud de los bancos. Del declive del 10,5% de las exportaciones japonesas que siguió a la crisis bancaria de 1997, un tercio se pudo deber a esos problemas de salud bancaria que endurecieron el crédito. Esto autores consideran extrapolable este resultado a la realidad actual.
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