Las
dos últimas entradas del blog han tenido que ver con cuestiones éticas y economía. Ayer leí en
Cinco Días un artículo muy interesante sobre la ética de los economistas que investigan (como solemos hacerlo los profesores universitarios). Trata sobre un debate que ha habido en la reunión anual más importante de profesores de Economía de las universidades de EEUU:
Durante las sesiones, 300 economistas presentaron una propuesta para que se elabore un código ético que requiera transparencia a la hora de revelar "potenciales conflictos de intereses que pueden manifestarse entre los papeles como expertos teóricos, consultores pagados o miembros de empresas privadas" de algunos de ellos.
De acuerdo con la propuesta, los economistas, deben revelar sus fuentes de financiación y relaciones personales o profesionales cuando hagan escritos o pronuncien discursos. Es algo muy parecido a lo que se pide a otros profesionales pero que en EE UU no existe en el sector de las ciencias económicas cuando esos conflictos ciertamente existen.
Y sale un ejemplo muy clarificador:
Uno de los momentos más impactantes del documental Inside Job (de Charles Ferguson), sobre la crisis financiera, llega en un momento en el que el economista Frederic Mishkin, profesor en Columbia y ex miembro de la Fed, es preguntado sobre un estudio sobre la estabilidad financiera de Islandia. Aquel informe, del que fue coautor en 2006 y fue publicado por la Cámara de Comercio de este país, hablaba en términos muy favorables de una nación muy estable que apenas dos años después colapsaba como un castillo de naipes. En la película, un balbuceante Mishkin asumía errores y fue presionado para decir cuánto le habían pagado por escribirlo: 124.000 dólares.
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