Este es un tema de hace unas semanas, pero tiene interés porque en clase empezaremos a ver esta semana el tema de los instrumentos proteccionistas. Existe un convenio internacional que intentar preservar del comercio las especies animales y vegetales que están en peligro de extincion. Este acuerdo se denomina CITES (Convención de Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Hace pocas semanas los países firmantes (entre los que está España) estuvieron debatiendo sobre posibles cambios. Y uno de los temas estrella era la prohibición de pesca y comercialización del
atún rojo, especie que antes era frecuente por nuestras costas del sur, y hoy está en serio peligro de extinción.
Así nos recoge
Puentes Quincenal las diferentes posiciones que había sobre el tema:
- Los japoneses son los principales consumidores mundiales de este pez (su consumo es muy popular en forma de sushi), por lo que son acérrimos opositores a la prohibición.
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Está también la negativa de países pescadores como Túnez y otros del continente africano. La pesca o venta de derechos de pesca genera a estos países una fuente relevante de ingresos. España tampoco mostraba entusiasmo.
La propuesta de prohibición parte de Mónaco, y cuenta con la aprobación de la UE (que presentaba una propuesta algo más ligera, y en la que España no iba con la opinión mayoritaria), EE.UU., Noruega, Suiza, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Serbia.
El resultado parece que ha sido
este: seguimos como estamos, continúa la pesca (20 votos a favor de la propuesta de Mónaco, 68 en contra y 30 abstenciones. En CITES las propuestas requieren una mayoría de dos tercios de un total de 175 para pasar). Otro tema fue el del comercio del marfil de elefantes, que fue prohibido en 1989. Ahora Tanzania y Zambia insisten en anular esa negativa y vender su marfil porque piensan que con dichos recursos contribuirían con la protección de la especie. La propuesta de poner fin a la caza de los osos polares también fue derrotada, al igual que las propuestas para restringir el comercio de siete especies de tiburones.
Esto es una cara (¿amarga?) del libre comercio. Todos seguro que queremos que esas especies no estén amenazadas, pero parece que pesa más el empleo de los que viven de su captura y comercio. Los famosos costes de oportunidad.
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