Un debate conocido es que si las empresas ubicadas en mi país se van a otros lugares que tienen menores costes (el popular offshoring), mi país se ve perjudicado. Esto nos suele parecer especialmente claro en la variable empleo. Pero leo un trabajo de Dalia Marin en el que muestra que, para el caso de Alemania y Austria y el offshoring hacia los países del Este, las cosas no son tan malas.
Los argumentos que aporta se refieren a que Alemania (y Austria) han externalizado actividades hacia países del Este. Esto ha provocado una reducción de las presiones salariales del trabajo cualificado en Alemania. Pero mientras tanto en sus socios comerciales del sur de la UE (y entre ellos España), esta presión salarial se ha mantenido. Así, se ha generado un diferencial salarial Alemania-sur de la UE que ha jugado a favor de la competitividad de los productos alemanes. Incluso se señala que las pérdidas de empleo en Alemania por el offshoring han sido muy residuales.
Muchas preguntas se me plantean ante esto. Los alemanes nos han prestado su dinero para que compremos sus productos. Ahora nos piden que nos apretemos el cinturón para devolverles lo prestado, y simultáneamente que les sigamos comprando productos. Pero el sentido común nos dice que que si le devolvemos lo que nos han dejado (y para ello el fuerte ajuste que hace dos días sentí al recibir mi nómina de junio), ¿podremos seguir comprando sus productos? ¿qué pasa si dejamos de comprarles bienes porque ha bajado nuestro nivel de renta o porque ahorramos más? Huy, huy, huy...
viernes, 2 de julio de 2010
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