A mis estudiantes les suele hablar de que su papel como consumidores, aunque les parezca irrelevante, es muy importante. Esto viene al caso de lo que acaba de hacer la Universidad de Edimburgo, en Escocia. Ante el conocido conflicto de los minerales de zonas en conflicto, o que pueden tener detrás la explotación de personas (y en ocasiones niños), podemos intentar modificar nuestro comportamiento de consumo. Ya he hablado del tema en el blog (aquí o aquí, por ejemplo)
La Universidad de Edimburgo ha fijado como política no comprar nada que utilice "minerales en conflicto". Estos minerales (tungsteno, tantalio, oro,...) se suelen utilizar para elaborar móviles y ordenadores, y suele ser complejo saber si uno de estos productos ha sido elaborado con estos inputs.
La universidad preguntará a sus proveedores que indiquen el origen de sus suministros, la posibilidad de que sus bienes contengan estos minerales y las estrategias de las empresas para erradicarlos. Además la universidad informará a su personal y a sus estudiantes para que tengan información al realizar sus propias compras. A nivel de compras pública, hay una ONG (Electronics Watch) que trabaja en este tema an ivel europeo.
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