Si bien la globalización no fue el único factor (ni el más importante) del aumento de desigualdad en las economías avanzadas, su contribución es innegable. Lo que da al comercio internacional tanta relevancia política es que plantea cuestiones de equidad que el otro gran factor de desigualdad (la tecnología) no genera. Si pierdo mi empleo porque un competidor innova y presenta un producto mejor, mal puedo quejarme. Pero si ese competidor subcontrata mano de obra a empresas extranjeras que hacen cosas que en mi país serían ilegales (por ejemplo, impedir a sus trabajadores organizarse y negociar en forma colectiva), tengo motivos reales para protestar. (...) Con suficiente imaginación institucional, el sistema de comercio internacional puede reformarse para beneficio de ambas partes.El discurso tradicional sobre los beneficios del comercio internacional para las economías en desarrollo omite un aspecto crucial. Los países que consiguieron sacar provecho de la globalización, como China y Vietnam, emplearon una estrategia que combinó la promoción de las exportaciones con una variedad de políticas contrarias a las normas actuales del comercio internacional.No hay antecedentes históricos que sugieran que los países pobres necesitan una anulación o gran disminución de barreras comerciales en las economías avanzadas para obtener grandes ventajas de la globalización. En realidad, las experiencias de crecimiento exportador más espectaculares hasta la fecha (Japón, Corea del Sur, Taiwán y China) se dieron todas en momentos en que los aranceles a las importaciones en Estados Unidos y Europa estaban en niveles moderados, superiores a los de la actualidad.
jueves, 21 de abril de 2016
Diferentes países, diferentes políticas comerciales
Otro sugerente artículo que acaba de publicar Dani Rodrik. Para mí hay algunas ideas relevantes en el trabajo. Este extracto recoge una primera constatación: alguna bondad tiene el comercio, pero causa una desigualdad socialmente conflictiva. Luego hace un par de acotaciones que lleva a lo que a él le gusta: cada país es un mundo, y aplicar las mismas reglas comerciales en diferentes contextos (o países) no lleva al mismo resultado.
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