Desde hace unos años está de moda que las cafeteras de casa elaboren el café con capsulitas cuyo diseño no es estándar, sino que cada cafetera tiene su propia capsulita. Esto le garantiza a la marca de las máquinas de café la venta también del café. Un sistema de patentes protegía la aparición de marcas blancas o de otras marcas compatibles con cada cafetera.
Pero llega una de la gigantescas multinacionales del café (la americana Sara Lee, la del café Marcilla) y diseña una capsulita que es compatible con la cafetera Nespresso de Nestlé. Dos gigantes se empiezan a pelear. El producto de Sara Lee se vende en Francia, como indica Cinco Días, "con cuatro variedades y cuenta con una certificación que garantiza que el café ha sido cultivado de forma ecológica y socialmente sostenible, en directa competencia con las 16 versiones de café Nespresso."
Nestlé habla de su derecho a dar los pasos más apropiados para "defender nuestros derechos de propiedad intelectual". Mientras tanto Sara Lee indica que la nueva cápsula "es compatible" con el sistema ideado por Nespresso, esto es, no es igual y por ello no viola ninguna patente.
¿Quién tiene razón? ¿Las patentes deberían limitar este comercio? A mí esto me recuerda a los cartuchos de tinta para impresora.
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