No sé en cuántos euros en concreto se va a materializar mi descenso salarial, pero no puedo negar que ya nos habían avisado. Yo lo había escuchado (y los lectores del blog también, y además señalado en rojo) hace bastante más de un año... y también este lunes al hablar de la flexibilidad laboral.
No cabe duda de que a corto plazo esto va a mejorar las finanzas públicas, pero no es esa la bajada de salarios a la que se estaban refiriendo Krugman y compañía. La idea es que el descenso de salarios debería hacer nuestros bienes más competitivos (o sea, baratos), y así más exportables. De esa manera la demanda externa tiraría de nuestra economía y se podría crear el ansiado empleo. Pero resulta que los salarios que bajan son los de los funcionarios (por ejemplo, los de los profesores universitarios o los de los gestores de la Administración Central). Y resulta que nosotros, fundamentalmente, elaboramos bienes no comercializables internacionalmente. Esto quiere decir que los productos que nosotros hacemos (por ejemplo, clases en el edificio Aulario del Campus de Arrosadía en Pamplona) van a costar menos, pero no por ello se van a exportar y van a ser más demandados. Luego seguimos a corto, medio y largo plazo sin medidas para crear empleo en serio.
Conclusión: a corto plazo se aliviarán las cuentas públicas, pero el baile del descenso de salarios se intuye que no ha hecho más que comenzar. Y se empieza por los funcionarios, que tienen el puesto de trabajo asegurado (bueno... no sé...). ¿Quién vendrá después?
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